En estos últimos días me he acordado de un par de sonrisas,
de un par de manos, de alguno que otro beso y de un par de historias, unas un
poco menos tristes que otras y en todas existe esa pizca mía de restarle
importancia a todo, de no querer que se sepa, de tener miedo de decir te
quiero, de tratar de repararme yo solita, de sonreír fingiendo que no importa
que no haya llegado y seguir bailando, de ocultar mis heridas, de tratar de
decir lo correcto y sonreír cuando me hacen una pregunta incómoda.
Con aquel primer chico que me llevó al cine y al que evitaba
darle la mano porque no quería que la gente nos viese, la forma tonta en la que
él me abrazó y besó mi mejilla delante de toda esa gente. La forma en que su
mano recorría mi perfil mientras veíamos la era del hielo, la forma en que me
miraba, fue en ese instante que comprendí que debíamos dejarlo y que yo quería
ver a alguien de la forma en la que él me veía. Luego de lo nuestro busqué
comprender su fascinación por mí y necesitaba alguien que me fascine de esa
forma y vaya que lo conseguí, lástima que no he encontrado alguien que me vea
justo como él lo hacía
Aquella ocasión cuando con 16 años accedí a mantener lo
nuestro como un secreto, porque una parte de mi sabía que no era la única y dolía
mucho admitirlo frente a los demás, así que esperé tranquilamente a que él se
decida por mí y lastimosamente, el tiempo se nos acabó a ambos y él nunca tomó
una decisión. Ese primer beso, ese primer te amo, las primeras noches en vela
tratando de que me sonría a través de una pantalla, aquellas visitas a
escondidas, aquellos besos fugaces, ese maldito primer amor que me atormenta
hasta el día de hoy. En el que nacieron todos estos miedos que tengo encerrados
en el pecho.
Esa otra historia pequeñita en la que me mantenía ocupada
para no quererlo, esa en la que metí un millón de excusas para no sentirme
querida y aquel al que quise y no pude decirle que lo hice. Él que me quiso
explicar lo que se sentía y del que huí una sola vez. Campeón, todo hubiese
sido tan distinto si no te hubieses rendido.
Ese otro chico que limpió un montón de lágrimas, al que
quise y que rompió un poquito mi corazón porque después de todo no me quiso
tanto, o quizás mi tiempo y el suyo nunca coincidieron. Ese que quizás en su
momento sintió algo por mi, del que aún me preocupo, al que llamé mejor amigo
un par de veces porque está sensación que tenía en el pecho no podía ser amor y
esa palabra bastaba para negarlo todo.
A ese de los cabellos alborotados y los ojos soñadores, el
que trató de que vuelva a querer con toda el alma y si no se hubiese ido, lo
hubiese logrado. Al que le dediqué un par de poemas, de esos que aún duelen
cuando los leo, ese que ha sido tan inmortal como el resto de los de esta
lista, pues a todos los he plasmado en tinta, sólo que él es el único que ha
leído y se ha visto a sí mismo a través de mis ojos.
Este nuevo viaje que estoy tratando de emprender, no
entiendo que busco y no sé qué voy a encontrar, pero estoy segura de que no
busco un cuento, o un caballero de brillante armadura, ni mucho menos alguien
que venga a rescatarme. En este nuevo capítulo estoy dispuesta a quitarme la
armadura, hablar aquello que no debería, leer un par de poemas a un desconocido
y dejar que él que sea que venga se enamore de este pequeño desastre, de esta
canción incompleta, de este poema sin rima, que esté dispuesto a bailar conmigo
sin música y así él no pueda bailar y sólo lo haga porque es conmigo. Sin esos
miedos malditos que nacieron a los 16, sin miedo a querer, sin miedo a besar y
que se sepa. Sin miedo a decir sí, me he enamorado, sin ese pánico de que
llegue alguien dispuesto a romper las barreras y sonreírme tras los escombros.
Estoy dispuesta a matar mis miedos, a vencer dragones, a
cruzar puentes y a matar monstruos por él, quién quiera que sea y en donde sea
que se encuentre.
Michu (: