lunes, 27 de marzo de 2017

Hoy me ha pasado algo extraño.

Que si, que lo que les cuento a continuación es puro invento mío, pero lo he encontrado empolvado entre un par de archivos y he soltado carcajadas al leerlo, pobre Michelle, seguramente pasaba algún mal momento y esa ha sido la única forma de quitarme de encima el mal sabor del día, espero que lo disfruten y que se rían tanto o más que yo. 

Seguramente el final les deje un mal sabor de boca, pero soy fiel creyente de no editar las cosas, a menos que en serio lo necesiten (faltas ortográficas y eso), supongamos que encuentro esto en unos años y el final es distinto, por ahora siento que es lo correcto dejarlo así. 




Me he subido al autobús como de costumbre, ha estado un poco vacío a pesar de ser eso de las 6 de la tarde, usualmente hay muchísima gente y esta llenísimo, supongo que es normal ya que son vacaciones. He abierto mi libro y me he acomodado en el asiento, eran las primeras vacaciones en las que me quedaba en la ciudad, de repente he sentido un par de ojos en mí, he tratado de seguir leyendo, pero no he podido, sentía que aquella mirada me inspeccionaba toda.
He levantado la vista y un chico alto, delgado y con el cabello en punta, me ha sonreído, yo he hecho lo mismo sin saber quién era, una sonrisa no se le niega a nadie, en especial a alguien con esos ojos tan bonitos.
-Ha pasado ya mucho tiempo- me ha dicho mientras se sentaba a mi lado.
-Disculpa, ¿nos conocemos?-
Ha soltado una carcajada que me ha hecho recordarlo todo, las veces que recorrimos el parque tomados de la mano, el primer beso aquella tarde lluviosa mientras me prometía un para siempre que ha durado un par de meses, aquel último día que lo vi salir por la puerta de mi casa, aquella última canción que me ha dedicado.
-Has cambiado mucho- le he dicho aun sonriendo.
-Y yo que pensaba que me has sonreído porque te has acordado de mi mujer, me he emocionado. A pesar de vivir en la misma ciudad nunca más nos volvimos a ver- me dijo mientras me quitaba el libro de las manos.
Había cambiado tanto, pero en el fondo su esencia seguía siendo la misma, esa pose desgarbada, esa sonrisa coqueta y esos ojos que tantas veces había visto anhelando saber que escondían.
-Siempre traté de que me gusten las mismas cosas que a ti, te lo había dicho? No pude sin embargo, pero me encantaba la forma en que tus ojos brillaban cuando me leías o cuando estabas leyendo algo sola, es ese brillo que no he logrado encontrar en nadie más-
Sonriendo le he quitado el libro de las manos.
-Siempre lo tuviste- le dije mientras me acomodaba en el asiento tratando de ni parecer nerviosa.
-El qué?-
-La facilidad para… adornar las cosas, para decirme justo aquello que quería escuchar, deberías escribir algo a ver qué tal se te da-
-Vamos Angélica, en serio aún no me perdonas por lo que pasó? Si aún te duele es porque sigo metido en alguna parte de tu corazón, no es así? Todo hubiese sido más sencillo si no fueras tan cabezotas-

He tomado su rostro entre mis manos y sonriendo le he dicho.

-Tranquilo Rafael, a la final he entendido lo que has hecho. Te he disculpado incluso. Créeme si él hubiese vuelto a mi vida, yo hubiese hecho justo lo que has hecho tú. No te creas tan importante, no eres el amor de mi vida ni mucho menos, en su momento te quise, me hiciste feliz incluso, pero durante ese triste año sólo fuiste mi forma de tratar de olvidar alguien más-

Sus ojos se abrieron como platos y sonrió, demonios, esa maldita sonrisa me había causado tantos problemas años atrás. Extrañamente parecía herido, aunque no podía estarlo, habían pasado ya años desde lo nuestro.

-No has cambiado en nada Ángel- dijo mientras sacudía mi pobre libro en sus manos.

-Déjalo- le quité el libro y lo acomodé en mi regazo.

-Nunca, tus ojos nunca brillaron de la forma en que brillaban cuando hablabas de él. Una parte de mi quería arrancarte todos sus recuerdos, pero te aferrabas a ellos Ángel. -

-No era nuestro momento Rafael, nunca lo fue, no podíamos seguir usándonos para olvidar a alguien más, nos hubiésemos lastimado más de lo que hicimos- Me levanté del asiento y acaricié su cabeza, un pequeño escalofrío recorrió mi espalda.

-Nos vemos Rafael- susurré sonriendo.

-Nos vemos Ángel- dijo mientras pasaba su mano por la parte en donde lo había acariciado unos  minutos antes.