Ella era una chica casi normal, sólo un poco por encima de lo que era considerado real, pero sólo ella sabía la verdad. Mostraba sólo lo que quería mostrar, vivió mil vida y aún le faltaban mil más.
Para los chicos era como un ángel mortal, podía lograr lo que quiera con un solo batir de pestañas y una sonrisa traviesa.
-Nadie nunca la enamorará- decían los chicos al ver su esbelta silueta pasar, sus piernas kilométricas, que apenas y se movían al caminar...
Su piel era del color de la luna, tenía un brillo macabro, pero al mismo tiempo especial. Sus ojos eran como lagunas, de un azul tan oscuro, que sentías como atravesaba tu alma con un solo mirar.
Para las chicas era esa mejor amiga que anhelaban tener, aunque algunas otras la odiaban, sólo por que ellas querían sólo lo que ella podía poseer.
Mas ella nunca se creyó perfecta, pero ya se había acostumbrado a fingir, se había enamorado más de una vez, y había sufrido tanto por que desde que ella los veía sabía que nunca podría ser.
Con los años entendió un su destino era estar sola, que ese era el castigo que como demonio se merecía.
Llego el día en que un chico eso no pudo entender, rompió todas sus barreras y loco de amor se acercó, ella una vez más no pudo evitarlo y como tonta, como loca se enamoró, pero tenía miedo, pues sabía lo que iba a pasar ella no podía controlarlo siempre sucedía igual.
Un día sin avisar, él la fue a visitar. Ella sabía que había llegado el momento, que lo que había estado aplazando ya no podía esperar, como si todo estuviera planeado sonrió al verlo llegar, le abrió la puerta y lo invito a pasar.
Sin poder aguantar ėl la tomo ente brazos y la comenzó a besar. Ella tranquila al principio oía al pobre corazón palpitar, por unos segundos añoró aquel pasado cuando el de ella soñaba igual. La distrajo de sus recuerdos el palpitar de la vida del pobre, justo por debajo de su mentón y como con miedo de romper aquel hilo tan fino, con sus blancos dedos suavemente lo comenzó a acariciar, sintiendo como latía la vida, esa vida que no iba a durar; pero él no tenía ni idea de que en ese momento había llegado su final. Ella ya no pudo aguantar, mientras más lo besaba, más sentía como su vida se comenzaba a apagar, soltó una risa, una que sonó como sí mil demonios chillasen sin cesar, pero él embobado lo único que oía era una dulce, dulce música celestial.
Pobre iluso como se dio llevar por simples sentimientos humanos que él mismo no supo controlar. Sin siquiera notarlo, ella comenzó a desgarrar con uñas, con dientes justo en su cuello ahí en dónde palpitaba su humanidad, un líquido espeso de color rojo negruzco comenzó a brotar, se desparramó en el suelo y en su vestido también. Él se sentía en las nubes como si pudiera volar, sentía que no pesaba que aquello sólo podía ser obra de besar a un ángel, a un ser celestial. No sentía. en lo más mínimo, como su vida estaba siendo devorada por tan vil animal, un demonio, un ser diseñado para asesinar.
Ella río, viendo su obra completa, lamió sus manos rojas sangrantes,usto enfrente de los ojos del atónito humano.
-Pero, pero... ¡que me haz hecho!- logró articular, con los ojos perdidos y ya sin sentir ese calor que había creído especial... Ella río nuevamente, y al mostrar sus blancos dientes él notó, esa pequeña curvatura y ese tamaño anormal de ambos caninos que su cuello habían logrado desgarrar.
-¿Quién? ¿Qué eres?- gritó el muchacho que yacía en el suelo, desangrándose y con aquel dolor infernal, perforándole el cráneo, sin dejarle pensar.
Ella suavemente abrió su boca, y un sonido demoníaco reemplazó su voz.
-Pobre, pobre mi amor. Yo soy la muerte, soy el tramo final, que les espera a aquellos hombres que han conocido el pecado, aquellos no puros, esos a lo que nadie debería amar. Ellos me ven como un ángel, como un ser perfecto al que se debería amar. Aquellos puros, si existen aún, me ven como un monstruo un terrible demonio que vino al mundo a matar.
Una risa macabra fue lo último que el escuchó, y una sombra que huía por la puerta principal.
La prensa describió el incidente, como algo absolutamente normal, un hombre, un pobre hombre que había muerto por sustancias que nadie debería probar, no había huellas, no había sangre, no había nada que indique lo que esa noche pasó, nada salvo la cara del hombre que tenía plasmada en el rostro el horror, los ojos hundidos en sus cuencas y la boca abierta a más no poder, dejando al descubierto dos caninos con una curva un poco anormal.
-Tal vez logró verla- susurró una chica que estaba presente, una tan bella como un ángel y con un brillo un tanto peculiar.
-¿A quién?- preguntó el joven que estaba a su lado, un hombre cuya belleza no tenía igual.
Sonriendo ella le dijo - A la muerte, sí, dicen que es una mujer, que antes de llevarte con ella te llena de un inmenso placer, Vida le dicen aquellos que la han alcanzado a entender.